¿Pero no se supone que tener un bebé es la cosa más maravillosa del mundo, que llegan para convertirse en la luz que ilumine tus sombras, el motor que te haga funcionar cada día y aquel que te arranque una sonrisa, incluso cuando no apetece reír? ¿No se suponía que la alegría de ver el test positivo se vería consumada por fin el día en que naciera tu bebé? ¿Por qué nadie habla de ese postparto que de golpe, casi como de un día para otro, borra tu identidad, tu vida y se lleva toda tu energía?
Supongo que, porque no todas las mujeres lo viven, o porque no todas las mujeres lo viven igual, pero existe. Ese posparto existe y hay mujeres que lo sufren en silencio.
“SE PASA, TRANQUILA, QUE SE PASA”. (Carta abierta de una mamá)

Había conseguido todo lo que en la vida había deseado. En el último año todos mis sueños se habían cumplido: me había casado, con una boda maravillosa y una luna de miel inolvidable, y ESTABA EMBARAZADA, radiante y feliz luciendo orgullosa mi bonita panza.
El día antes de nacer mi hijo compramos la casa que queríamos. Todo era perfecto.
Y llegó él, llenando a toda la familia de una inmensa felicidad, a todos menos a mí, porque los días iban pasando y lo que debería ser el mejor periodo de mi vida cada día se iba haciendo más y más difícil, ¿qué me pasaba? ¿no era este proyecto de familia lo que yo más había deseado? ¿qué me ocurre?
Las dudas, preocupaciones, agobios, miedos y ansiedad crecían cada día que pasaba, “¿soy una mala madre?”, me preguntaba, y lo peor es que la respuesta era que sí. El sentimiento de culpa era también cada vez mayor, cada día me sentía peor y peor, y no entendía nada.
Llegaron las navidades y cuanto más felices eran todos y más regalos recibía el bebé mayor era mi agobio, y más y más. Pensé que me estaba volviendo loca, y pensé que iba a quedarme así el resto de mi vida, que arruinaría a mi familia y que tiraría a la basura todo lo que había conseguido.
Y toqué fondo. Me pasé dos días en la cama a oscuras y sin querer saber nada de lo que pasaba fuera de mi habitación. Era incapaz de salir, era incapaz de vestirme, de estar de pie, y por supuesto, incapaz de cuidad a mi hijo. Insisto, pensaba que me había vuelto loca y que nunca iba a recuperarme. Más culpa, más ansiedad.

Fueron los días más duros de mi vida. Todos me decían que eso se pasaría pero no podía creerlos. Hubo que pedir ayuda. Mi marido y mi familia fueron los primeros. Después empecé con el tratamiento médico y con las visitas a la psicóloga. Los primeros días no notaba mejoría y eso me preocupaba mucho. Pero los días y las semanas pasaron, y cada día era capaz de más. “Hoy he podido vestirme y además poner a funcionar el lavarropas” le decía orgullosa a mi marido quien, expectante, aplaudía mis tímidos logros. ¿Cómo cosas normales se me habían hecho imposibles? Y así, cada día, con muchísimo esfuerzo, conseguía más cosas: salir a pasear, cocinar, subir a un colectivo… La vida iba dejando de ser tan difícil como había sido.
Hoy por hoy, como cualquier madre del mundo, soy capaz de consolar al bebé mientras hablo por teléfono y preparo la comida. Mi hijo acaba de cumplir seis meses, lo amo, y me gustaría que el tiempo se parara para no dejar de disfrutar de este momento.
He escalado desde el fondo del pozo hasta la cima de la montaña. Gracias a todos los que me me ayudaron.
La depresión postparto es una de las patologías que pueden dar lugar después de dar a luz. Sin embargo, también es una de las menos tratadas.
El problema del desconocimiento
Llama la atención que, pese a ser algo tan común como estamos viendo, las mujeres afirman desconocer este tema. Así, casi el 40% de las mujeres que aún no son madres no sabe lo que es la depresión postparto. En los hombres – no padres – el problema se agrava aún más, pues casi la mitad de ellos confiesa no haber oído hablar de este trastorno.
La depresión postparto no recibe la atención profesional que merece
Quizás por vergüenza, por falta de confianza o puede que por considerarlo innecesario. Pero la realidad es que solo el 17% de las mujeres que afirmaron haber pasado por ello recibieron tratamiento profesional. Hasta el punto de que más de la mitad, de hecho, afirman haberlo superado por ellas mismas y sin ayuda. Esto nos hace pensar que sufrieron de diversos síntomas de tristeza o melancolía sin llegar al grave estado de depresión. No obstante, cualquier señal que indique que la madre no se encuentra bien debe ser valorado y por supuesto tratado en su justa medida. Toda mujer merece ser escuchada y atendida por profesionales de la salud.

El papel de la pareja
El rol de la pareja en los momentos iniciales del postparto puede ser vital, llegando a ser el mastil que sujete la salud emocional de la mujer en esta fase de su vida. Un porcentaje nada despreciable de las encuestadas dice que pudo superar estos síntomas de tristeza o incluso depresión por sí mismas. No hay que dudaren que la pareja tiene un importante papel.
Por desgracia 1 de cada 7 mujeres, con o sin depresión postparto, afirman no haber sentido el apoyo emocional suficiente por parte de su pareja.

La depresión postparto y el postparto en general no tiene toda la visibilidad y atención que merecen. No dudemos nunca de pedir ayuda.